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viernes, 31 de agosto de 2018

Uso de metáforas en psicoterapia infantil



La psicoterapia infantil, además de compartir múltiples elementos con la psicoterapia general, implica también requerimientos totalmente distintos para que el psicoterapeuta puede desarrollar con éxito su labor profesional. Un psicoterapeuta infantil debe buscar que sus intervenciones, el contenido de las mismas y las herramientas que se utilizan en este proceso contengan la creatividad, la imaginación y la fantasía propia de la infancia. 

     
Por ejemplo, una herramienta terapéutica útil y creativa para utilizar en psicoterapia con niños, es la creación de las METÁFORAS. Las metáforas son ideas e imágenes que se comparan con algo y transmiten un mensaje en forma de cuento, historia o fábula. Como herramienta terapéutica, no tienen como objetivo servir de entretenimiento como se podría pensar en la narración de cualquier cuento o historia, sino que, su finalidad es enseñar, inspirar y guiar a los niños a encontrar una solución a sus problemas.  
       

Para crear o escoger una metáfora como herramienta terapéutica, el psicoterapeuta debe conocer a profundidad los datos generales e historia clínica del niño, así como un posible diagnóstico. De esa manera, la metáfora debe estar orientada hacia el objetivo que se busca cumplir en la terapia y debe responder la necesidad que el niño ha expresado.
   

Recordemos que los conflictos infantiles son únicos y particulares, por lo que, la forma como se relata la metáfora, su entonación, el tiempo de su presentación e, incluso, los pequeños cambios que se van a realizar en su contenido, solo se entienden desde lo singular de la historia del niño. Por ello, la utilización de las metáforas en el trabajo con niños no puede ser algo mecánico, si no que requiere de un psicoterapeuta infantil creativo e imaginativo. 

Una vez se ha definido el problema del niño y los aspectos más importantes de su vida, se identifican los personajes implicados en el conflicto (padre, madre, hermanos, otros familiares, amigos, etc.) los cuales pueden ser metaforizados por animales u objetos que sean del agrado del niño. Es importante mencionar que algo característico de las metáforas y sus personajes es su contenido mágico, el cual transmite esperanza a los niños al creer que todo es posible cuando se dan cuenta que pueden generar nuevas versiones de la realidad y mezclar la fantasía con los sucesos vividos.     



A través de la narración de la metáfora, el terapeuta logra mostrarle al niño el contenido propio de sus vivencias y conflictos de manera indirecta; cuando el niño se identifica con los personajes y las situaciones, despierta en él emociones, recuerdos, vivencias, afectos y formas de comprender su situación.  Hay que estar muy atentos a las respuestas del niño en el transcurso de la narración o relato del mensaje y brindarle un espacio para que reflexione sobre su nuevo aprendizaje. Una metáfora bien empleada, en el momento adecuado puede ser una herramienta terapéutica muy poderosa. Cuando el niño logra identificar el problema desde una visión externa a él, le facilita el contemplarlo de manera distinta, a empoderarse y a encontrar nuevas vías y recursos para encontrar soluciones.


 

Para finalizar y para una mejor comprensión, compartiré con ustedes una metáfora extraída de www.cuentosparadormir.com que tiene como objetivo desarrollar en el niño una actitud de superación y la capacidad de convertir las adversidades en aprendizaje y preparación para el futuro.


   

La mala suerte de Pescafrito       

En una tienda de animales la mala suerte tenía un nombre: Pescafrito, un pequeño pez famoso porque nunca estaba en el acuario adecuado. Cada vez que tocaba reordenar los tanques, Pescafrito acababa por error o descuido en el más peligroso para él. Desde otros tanques tranquilos y seguros, sus primos y hermanos veían divertidos sus desesperadas carreras por evitar ser la merienda de algún grandulón.


A pesar de su increíble mala suerte, Pescafrito no se desanimaba, y en cada carrera ponía todo su empeño en librarse de nuevo, aunque sintiera el dolor de algún que otro mordisco en sus aletas o el cansancio de nadar entre plantas y rocas a cualquier hora del día o de la noche.

Así fue sobreviviendo Pescafrito Malasuerte, como todos le llamaban, hasta que un día de reorganización en los acuarios, Pescafrito por fin acabó compartiendo tanque con todos sus primos y hermanos. Pero mientras se juntaban a su alrededor para conocer sus desventuras, un cuidador despistado echó en ese mismo tanque al más grande, hambriento y peligroso de los peces de la tienda. Fueron sólo unos minutos, pero el enorme pez no necesitó más para acabar con todos los pececillos... excepto Pescafrito, que acostumbrado a huir de muchos peces a la vez, no tuvo problemas en escapar de uno solo.

Poco después entró en la tienda un gran experto en acuarios, y al ver a Pescafrito vivo en el mismo tanque que el pez grande no se lo podía creer. Estuvo horas en la tienda, observándolo, viéndolo escapar una y otra vez con su nadar lleno de giros y piruetas y su increíble capacidad para esconderse. No tenía dudas: era un pez único en el mundo, y el experto lo llevó consigo para ser la estrella de todas sus colecciones y acuarios.

Allí Pescafrito vivió feliz con todo tipo de atenciones y cuidados, pensando lo buena que había sido para él su famosísima mala suerte.



Referencias bibliogáficas:
Centeno, Lupita (2003). El uso de la metáfora en la psicoterapia breve.  Revista de la Universidad Autónoma de Yucatán. Recuperado de: http://www.cirsociales.uady.mx/revUADY/pdf/226/ru2263.pdf 

Russo, A y Galindo, J. (s.f.) Psicoterapia Infantil la metáfora como técnica de devolución. Colombia: Universidad del norte editorial. 

Sacristán, Pedro (2013). La mala suerte de Pescafrito. Cuentos para dormir by Cuentopía. Recuperado de: https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/la-mala-suerte-de-pescafrito

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